Casos emblemáticos: El día en que la jueza Atala perdió la tuición de sus hijas por ser lesbiana
Han pasado 13 años desde que Karen Atala perdió la tuición de sus tres hijas tras asumir su lesbianismo e irse a convivir con su pareja.
En agosto conocimos el caso de una madre que perdió la tuición de sus hijos mellizos, luego de que los mantuviera durante cinco meses en Uruguay alejados de su padre, debido a la condición homosexual de este.
Por esta razón, la Corte Suprema decidió entregarle el cuidado personal de los niños al papá, pues consideró que la progenitora vulneró los derechos de los menores al impedirles tener una relación directa y regular con él.
Sin embargo, no es la primera vez que la justicia falla a favor de un progenitor homosexual, pues en 2009 el Juzgado de Familia de Puente Alto también le otorgó la tuición de dos niños, de 10 y 17 años, a un padre gay; y cuatro años antes -en Graneros- ocurrió lo mismo pero con una madre lesbiana, a quien le querían quitar su hija debido a su orientación sexual.
Pero no siempre la justicia ha fallado a favor de un padre/madre homosexual. De hecho, en 2003 conocimos el emblemático caso de la jueza Karen Atala, quien denunció -incluso ante la Corte Interamericana de Derechos Humanos- que le quitaron a sus hijos sólo por el prejuicio de ser gay.
La historia comenzó en 2001 cuando Atala asumió su lesbianismo, situación que obviamente generó un quiebre en su matrimonio con Jaime López.
La situación no presentó mayores inconvenientes hasta que la jueza se fue a vivir con su nueva pareja junto a sus hijas. Ante esto, el 14 de enero de 2003 el padre de las tres menores presentó una demanda por tuición, argumentando que las niñas estaban confundidas frente a la nueva orientación sexual de la madre, lo que además las afectaba, pues estaban siendo aisladas y ya nadie las invitaba a un cumpleaños.
La demanda señalaba que "(la madre) no se encontraba capacitada para velar y cuidar de (las tres niñas, dado que) su nueva opción de vida sexual sumada a una convivencia lésbica con otra mujer estaban produciendo (…) consecuencias dañinas al desarrollo de estas menores".
Desde ese entonces, Atala comenzó una serie de acciones judiciales para finalmente el 31 de mayo de 2004, la Cuarta Sala de la Corte Suprema le otorgara la tuición definitiva al padre de las menores, en un fallo inapelable.
"No es posible desconocer que la madre de las menores, al tomar la decisión de explicitar su condición homosexual (…), ha antepuesto sus propios intereses, postergando los de sus hijas, especialmente al iniciar una convivencia con su pareja homosexual en el mismo hogar en que lleva a efecto la crianza y cuidado de sus hijas separadamente del padre de éstas", señaló el fallo.
La batalla legal de Atala no terminó ahí y -agotadas las instancias legales en Chile- el 24 de noviembre acudió a la Corte Interamericana de Derechos Humanos, organismo que acogió su demanda y entregó una serie de recomendaciones a Chile para evitar la discriminación por orientación sexual. La condición era que, si no se cumplían, se iniciaría un juicio contra el Estado chileno.
En 2010, la Corte decidió que Chile no cumplió con las recomendaciones y finalmente demandó al Estado para fallar en 2012 señalando que se violó el derecho a la igualdad y a la no discriminación.
"Si bien es cierto que ciertas sociedades pueden ser intolerantes a condiciones como la raza, el sexo, la nacionalidad o la orientación sexual de una persona, los Estados no pueden utilizar esto como justificación para perpetuar tratos discriminatorios", señaló parte del fallo de la Corte Interamericana.
El organismo internacional además ordenó a Chile a realizar una serie de acciones para reparar el daño a la jueza, entre ellas, pagar una indemnización de 35 millones de pesos. Sin embargo, no pudo devolver la tuición de sus hijas.
"Como madre que te priven de la tuición de tus hijos; el no tener injerencia en su crianza, educación, tiene un altísimo costo. Es un daño irreversible, irreparable que queda ahí. Como familia estamos trabajando para restablecer el vínculo y lazos, ya en miras para la madurez, en el plano ya no de niñitas, sino de hijas adultas con su mamá", (Karen Atala, revista Caras, abril 2017).