La crisis y amenaza del sistema chileno de pensiones

El descontento frente al actual modelo de pensiones, ideado por José Piñera en 1981, es notorio en Chile. En este artículo Pedro Molleda, de Globe Consulting, lo explica en detalle.

8 AGO 2016 · Lectura: min.
Imagen: Shutterstock.

Las recientes manifestaciones ciudadanas contra las AFPs han llevado a diversos actores sociales y políticos a hablar en seminarios económicos, medios de comunicación y otras instancias sobre el tema. En esta ocasión es Pedro Molleda Quintana, abogado y socio de Globe Consulting, quien comparte con nosotros el siguiente texto sobre la situación actual del modelo.

Tras el fracaso de la criticada Reforma Tributaria de Bachelet, en un intento por instaurar un sistema de educación gratuito y de calidad, ahora surge un nuevo enfrentamiento social contra el vigente sistema de pensiones gestionado por las Administradoras de Fondos de Pensiones (A.F.P.).

La manifestación tuvo lugar después de que una comisión de expertos, creada por el gobierno de la Nueva Mayoría, desistiera a la hora de implantar un modelo de pensiones basado en el "reparto" en una ambición por querer parecerse a sus países vecinos de la OCDE.

Es por ello que, hoy en día, las comparaciones entre los sistemas de capitalización y de reparto no terminan por resolverse.

Ahora bien, la realidad es que las pensiones en Chile de por sí son muy bajas. Más de un 90% de las pensiones repartidas por las A.F.P. no alcanzan los $147.000 pesos mensuales, es decir, menos de dos tercios del ingreso mensual mínimo. Esto es debido a que la mayoría de los chilenos ahorran alrededor de un 10% de su sueldo, frente a la cuarta parte del salario que sugiere la OCDE.

No obstante, la única ventaja que presenta el sistema de reparto es en aspectos políticos, dado que éste es capaz de hacer frente al riesgo "moral" de pagar las malas decisiones tomadas por otros. Pero, incluso así, si se cotiza poco, se cobra poco.

Por consiguiente, cabe hacer mención que, en el actual sistema de A.F.P., la cotización no es un impuesto al empleo, sino parte de la renta del trabajador. Pero a los partidarios de crear un sistema de reparto no parece importarles, de hecho, ni siquiera han evaluado el impacto sobre la actividad y el empleo que supondría implementar un modelo semejante.

A propósito de lo anterior, cabe decir que, dentro de los sistemas de capitalización, éstos son capaces de hacer frente a un descenso demográfico ya que no depende de las cotizaciones de los demás, sino del propio ahorro personal.

A pesar de todo, los chilenos han ahorrado $167.000 millones de dólares para pensiones desde que se instauró el modelo de A.F.P., cifra que supone casi el 70% del PIB nacional. De esa cantidad, un tercio procede de las aportaciones personales y dos tercios de la rentabilidad generada por el sistema, demostrando así los beneficios macroeconómicos del uso de la misma.

Por último, el sistema de capitalización de las A.F.P. no es perfecto, pero asienta sus bases fundamentales respecto de un modelo fundado en el reparto, donde se da una constante amenaza a la sostenibilidad fiscal de un país, como ha sucedido recientemente en economías europeas, tales como España, Francia, Grecia, Noruega o Austria.

Al final, lo único que se cierne a día de hoy sobre el modelo de pensiones chileno no es más que demagogia.

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